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Sánchez en Israel: un viaje abocado al fracaso

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Casi 50 días después de las masacres cometidas por Hamás en el sur de Israel que causaron la muerte de 1.200 personas –en su mayoría civiles–, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, visitó Israel junto con un homólogo belga, Alexander De Croo. Lo que se esperaba que fuese una visita destinada a expresar solidaridad con el Estado judío en uno de los momentos más duros de su historia, se convirtió en un viaje con dos objetivos: ganar el aplauso fácil de la extrema izquierda española y posicionar a España contra Israel.

Antes que Sánchez, muchos otros líderes internacionales como Joe Biden, Emmanuel Macron u Olaf Scholz habían visitado Israel y expresado su preocupación por la grave crisis humanitaria en Gaza y por las víctimas civiles mientras condenaban el brutal ataque de Hamás.

Lo que ninguno de ellos había hecho era defender con tanta vehemencia como Sánchez el reconocimiento hacia un Estado palestino justo después del 7 de octubre, cuando en el sur de Israel todavía hay equipos de rescate que tratan de identificar víctimas de las masacres terroristas. Ni era el momento oportuno ni tampoco supo elegir el lugar adecuado para defender su postura.

Además de su duro tono contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu –a quien Sánchez incluso llegó a dar lecciones sobre cómo tratar el terrorismo mencionando a ETA, a pesar de que él mismo cuenta con el apoyo de Bildu a su Gobierno–, lo que más ha molestado en Israel de la visita del presidente español fue su rueda de prensa junto a De Croo en Rafah, el mismo punto donde poco después cruzaron los primeros 13 rehenes israelíes devueltos por Hamás por el acuerdo de alto el fuego.

Desde ahí, Sánchez volvió a reiterar su posición respecto al conflicto, instando a la UE a tomar “una decisión sobre el reconocimiento del Estado palestino”. El presidente español también aseguró que, en caso de que Bruselas no siga este camino, “España tomará sus propias decisiones”.

Horas después de las polémicas declaraciones de Sánchez, 13 israelíes –mujeres y niños– y un grupo de tailandeses cruzaron el paso de Rafah en furgonetas de la Cruz Roja Internacional después de 48 días secuestrados por Hamás y otros grupos terroristas en Gaza. Aún quedan más de 200 rehenes, incluidos decenas de niños.

“Vergüenza” y “asco” son algunos de los términos usados por algunos periodistas israelíes para comentar esta polémica rueda de prensa. “España y Bélgica no tuvieron nada que ver con el acuerdo y están utilizando esta tragedia humana como telón de fondo para sus beneficios políticos como si fuera una especie de teatro enfermizo. Qué vergüenza”, ha escrito el reportero del canal 12, Elad Simchayoff.

“Se ignora el 7 de octubre y se presenta a Gaza como la única y exclusiva víctima”, ha señalado por su parte Ben Yaniv, del medio de comunicación público Kan. Sobre su reunión con Netanyahu, muchos en Israel se han preguntado por qué el mandatario israelí le dejó terminar su discurso.

La visita concluyó con una crisis diplomática entre España e Israel, que acusó a Madrid de “apoyar al terrorismo”. Como era de esperar, el Gobierno español negó dichas acusaciones, tachándolas de “falsas e inaceptables”. Mientras la brecha entre Madrid y Jerusalén se profundiza con la convocatoria de los respectivos embajadores, Hamás ha avivado esta crisis agradeciendo a Sánchez su “postura clara y audaz” sobre la actual guerra.

El Gobierno “más antiisraelí” de Europa

Lo cierto es que este viaje parecía abocado al fracaso antes de que Sánchez pisase suelo israelí. Días antes de la visita oficial, se anunció el nombramiento de Sira Rego como ministra de Juventud e Infancia, a quien algunos medios en Israel han calificado como “partidaria de Hamás”. Rego no solo no condenó el ataque del grupo terrorista, sino que llegó a votar en contra de una resolución en el Parlamento Europeo que repudiaba las masacres del 7 de octubre. Y Rego no es la única miembro del actual Gobierno de Sánchez que votó en contra de esa resolución. Ernest Urtasun, actual titular de Cultura, tampoco lo hizo.

El nombramiento de la ministra no ha pasado desapercibido en Israel. Poco después de jurar su cargo, comenzó a circular un tuit suyo del 7 de octubre en el que la ministra –con familia en Cisjordania– destacaba que “Palestina tiene derecho a resistir”. El polémico tuit fue escrito antes de que Israel respondiese militarmente al ataque de un Hamás que había asesinado, violado, torturado y secuestrado ciudadanos israelíes indefensos.

Y aunque los medios de comunicación israelíes no se han puesto de acuerdo en si Rego ha defendido o no las masacres del grupo terrorista con su tuit, en lo que casi todos coinciden es que el nuevo Ejecutivo español no es sólo el Gobierno más propalestino de Europa, sino que es el más antiisraelí. En este sentido, el popular sitio web de noticias Ynet también se hizo eco de una reunión el pasado 10 de octubre, apenas tres días después de la masacre, entre Rego y el embajador palestino en España, a quien expresó su total apoyo.

“Aún no está claro cómo una política con cero sensibilidad hacia las atrocidades contra Israel, con redes sociales llenas de contenido antiisraelí e incluso de apoyo a Hamás, es designada para ocupar un puesto relacionado con jóvenes y niños. Rego fue uno de los 21 de los 705 miembros del Parlamento Europeo que se negaron a condenar la masacre”, ha señalado el periodista israelí Itamar Eichner del periódico Yedioth Ahronot.

Sánchez se posiciona en el lado incorrecto de la historia

Un día después de las declaraciones de Sánchez, en la ciudad palestina de Tulkarm, en Cisjordania, dos hombres fueron brutalmente linchados y posteriormente colgados de un poste de la luz por supuesta colaboración con Israel en la localización de terroristas.

Este hecho coincidió con la puesta en libertad de 39 prisioneras y menores palestinos, algunos de ellos arrestados por cargos relacionados con terrorismo, quienes fueron recibidos en Cisjordania con banderas palestinas y de Hamás, organización que cada vez gana más popularidad en la zona en detrimento de Fatah, su rival político y a quien expulsó de la Franja de Gaza –cientos de sus miembros fueron asesinados– después de ganar las elecciones de 2006.

Durante su viaje a Israel, Sánchez también aprovechó para trasladarse a Ramallah, sede administrativa de Cisjordania, donde se reunió con Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y de Fatah. Obviamente, el tono de su conversación con Abbas, quien no ha convocado elecciones desde hace 16 años, fue muy distinto al del encuentro con Netanyahu.

Es sintomático que Sánchez no reclamara buenos líderes que mejoren la situación de los palestinos. Por el contrario, abogó por reconocer unas autoridades corruptas y poco democráticas que no se preocupan por sus ciudadanos o que incluso, como hemos visto en Gaza, los usan como escudos humanos.

Como presidente de España, y rotatorio de la UE, Sánchez se ha posicionado en una guerra que, por desgracia, va más allá de Israel y de Gaza. Enfrente de Israel y de sus aliados –con Estados Unidos a la cabeza– está el llamado ‘Eje de Resistencia’, formado por Hamás y otros grupos dirigidos por la República Islámica de Irán como Hezbolá y los hutíes de Yemen, dos milicias que lanzan ataques con regularidad contra territorio israelí. Estas organizaciones no sólo son enemigos de Israel, sino de todo el mundo libre y occidental. De hecho, tanto Hamás como Hezbolá están catalogados como grupos terroristas por la Unión Europea y por Estados Unidos.

El 7 de octubre, los combatientes de Hamás asesinaron y secuestraron a todo aquel que se cruzó por su camino, sin importar su lugar de procedencia o religión. Estamos ante una guerra por la civilización y da la impresión de que Sánchez no ha sido capaz de posicionarse claramente en el lado correcto de la historia.


Margarita Arredondas Vidal es periodista