Anotaciones FAES 16
En el turbio asunto de corrupción bautizado como ‘caso Koldo’, ‘caso Ábalos’, caso… corresponde a los jueces trazar el perímetro de responsabilidades penales que perfeccione ese listado de nombres propios. Quienes hacen con la presunción de inocencia mangas y capirotes si afecta al rival político, la descubren ahora como dogma revelado, para invocarla en sus gorgoritos cuando el lodo les llega a la garganta. No imitemos su proceder. Pero mientras se deslindan con escrúpulo categorías jurídicas en garantía del derecho de todos, es perfectamente lícito que al debate sobre la responsabilidad política de los cargos públicos añadamos otra consideración: la evidencia de la hipocresía gubernamental obtenida por vía estética.
Señores del jurado, escuchen a este hombre: sin chófer ni secretaria, se enfrenta solo a todo y a todos. José Luis contra mundum. Quienes ahora le dan la espalda han tratado la política, durante años, como simple marketing al servicio del disfrute del poder. Han hecho de la imagen argumento, de la propaganda actividad prioritaria de gobierno. Sánchez truena contra la corrupción… de quienes reclutaban adhesiones y custodiaron los avales que le hicieron secretario general. El presidente que fleta reactores para ir de concierto se cree exento de cualquier fiscalización porque le ampara su gusto musical: ¿acaso no queda muy cool que al presi le molen The Killers?, ¿no le sientan de miedo las Ray-Ban en cabina, haciendo como que despacha con Albares, el ministro que comenta uniformes diplomáticos en Tik-Tok mientras le toman el pelo en Marruecos? Recuerden la pandemia: mando único o cogobernanza, ¿qué más da? Lo importante eran los sermones de Pedro ‘ad efesios’ con la prensa estabulada.
Pues bien, señores del jurado, miren a este hombre. Y ahora a este otro, el mocetón al que llama su “personal de confianza” y chico para todo. Su “morroi”, en lengua vasca. Reparen en su campechana franqueza, en su aire, su estilo… Ellos auparon sobre el pavés a nuestro presidente del Gobierno. Lo dice él mismo en sus confesiones apócrifas. Más importante: ellos nos cuentan sin palabras la verdad del sanchismo: ¿izquierda transformadora?, ¿liberación de la mujer? Nada de eso: se milita en el sanchismo para pescar un enchufe en la RENFE o ser ministro con chófer y secretaria. Recuerden lo de Oscar Wilde: “Tan solo las personas superficiales no juzgan por las apariencias”. Debemos a José Luis y a Koldo la revelación más trascendental del quinquenio sanchista: nos gobierna un directorio casposo. ¿Cómo no absolverles?