La revelación por la agencia oficial de prensa del régimen marroquí, el 18 de marzo de 2022, de la carta enviada por Pedro Sánchez Pérez-Castejón, presidente del Gobierno de España, a Mohamed VI de Marruecos ha suscitado lógicas reacciones en España y en Argelia. Esa carta anuncia el apoyo del Gobierno de España a la posición defendida por Marruecos en relación con el conflicto, abierto, sobre el Sahara Occidental, territorio en gran parte anexionado por Marruecos y del que España sigue siendo, por más que disguste a sus diversos gobiernos, potencia administradora con las obligaciones que ello conlleva.
El TEXTO de la Carta: apoyo condicionado a (que no “reconocimiento de”) la anexión marroquí del Sahara Occidental
La carta revelada por la agencia de prensa marroquí afirma que el Gobierno de España “reconoce la importancia de la cuestión del Sahara para Marruecos” y que España reconoce que la iniciativa marroquí presentada en 2007 para establecer una pretendida “autonomía” en el Sahara Occidental es la “la base más seria, realista y creíble para la solución del contencioso”. La Carta también destaca los “esfuerzos serios y creíbles de Marruecos en el marco de Naciones Unidas para encontrar una solución mutuamente aceptable”.
Llama poderosamente la atención que el comunicado emitido por el Palacio de la Moncloa, después de revelada esta Carta, omita LO MÁS IMPORTANTE. El comunicado alude a otros elementos también contenidos en la Carta como que la relación de España y Marruecos no puede basarse en “acciones unilaterales” y sí en “la transparencia y comunicación permanente” para “garantizar la estabilidad, la soberanía, la integridad territorial” de los dos países. Pero el comunicado de la Moncloa omite TODA referencia al Sahara Occidental, cuando esto es lo más importante en la revelación marroquí de la Carta de Sánchez a Mohamed VI.
En relación con el Sahara Occidental el texto de la Carta en sí no dice nada excesivamente novedoso: el presidente Rodríguez Zapatero y su ministro Moratinos Cuyaubé se comprometieron con Marruecos para trabajar sin descanso en la imposición de la “autonomía” como “solución” del conflicto. Todo ello sin mencionar el menos descarado apoyo a esa “solución” por parte del presidente Sánchez y su ministra González Laya antes de noviembre de 2020.
Pues bien, contra lo afirmado por algunos, esta Carta SÍ es, por supuesto, una manifestación explícita de apoyo a la posición marroquí entendida como la “base” para un eventual acuerdo, pero NO es un “reconocimiento” de la pretendida “soberanía” de Marruecos sobre el Sahara Occidental, pues condiciona la misma a que haya habido un acuerdo entre Marruecos y el Frente Polisario (solución mutuamente aceptable) en “el marco de Naciones Unidas”, que exige por supuesto el respeto de la legalidad internacional.
En todo caso, esta Carta es un documento del MÁXIMO interés público que, una vez desvelada por Marruecos, es imperativo que se conozca íntegramente por la opinión pública española.
El CONTEXTO de la Carta: juego de traiciones sobre fondo de ignorancia de la historia, las responsabilidades y los intereses nacionales de España
La Carta se hace pública en un contexto particular: los prolegómenos de lo que puede llegar a ser una tercera guerra mundial. En este contexto España se encuentra con una fuerte dependencia energética de Argelia, principal valedor del Frente Polisario, en situación de guerra contra Marruecos. Es más, el 24 de agosto de 2021 Argelia rompió sus relaciones diplomáticas con Marruecos por considerar que este país incumplió los compromisos asumidos ante Marruecos, el 16 de mayo de 1988, para celebrar un referéndum de autodeterminación del Sahara Occidental. Argelia es nuestro principal suministrador de gas a un precio fijo y barato, muy lejos del altísimo precio que el gas tiene en el mercado internacional. La llamada a consultas del embajador de Argelia y la manifestación pública de sorpresa por la decisión revelan que España tomó esta decisión sin comunicársela a Argelia. Algo especialmente sorprendente si tenemos en cuenta que apenas 11 días antes, el 7 de marzo, el presidente Sánchez se entrevistó telefónicamente con el presidente argelino para “reforzar la cooperación” con un país que calificó de “socio estratégico”. Y aquí tenemos la primera gran contradicción. Si España considera que una relación con Marruecos debe basarse en “la transparencia y comunicación permanente”… ¿cómo justificar que con un socio “estratégico” no haya habido “transparencia y comunicación permanente”?
Todo parece indicar que el dúo Sánchez-Albares quiso llegar a un acuerdo SECRETO con Marruecos traicionando la confianza de Argelia, a la que se hacía creer que era un “socio estratégico”. El problema, inesperado para Sánchez y Albares, se ha producido cuando Marruecos con la PUBLICACIÓN del acuerdo secreto vio la ocasión de traicionar a Sánchez-Albares y vengar la derrota que España infligió a Marruecos en mayo-junio de 2021 tras la invasión de Ceuta. De este modo, España queda en una situación completamente desairada: por un lado, queda en una situación imposible con Argelia; por el otro, o apura hasta las heces la copa de la burla con el viaje de Sánchez a Marruecos para humillarse ante las tumbas de los genocidas Mohamed V y Hassán II, o rompe el compromiso de viajar a Rabat para expresar su indignación por la traición sufrida.
La revelación por Rabat del pacto secreto bastaría por sí misma para demostrar que Rabat no es un socio fiable y que, por eso mismo, los compromisos asumidos ante España y ante el Sahara Occidental no son fiables. Algo que no debiera extrañar a quien conozca, mínimamente, la historia diplomática marroquí. También en un contexto de crisis nacional e internacional se firmaron los acuerdos de Madrid. Así, por ejemplo, en uno de los anejos secretos del acuerdo de Madrid de 14 de noviembre de 1975 (“Acta de las conversaciones mantenidas entre Marruecos y España relativas a aspectos económicos derivados de su cooperación mutua”) se pactó que Marruecos concedería derechos de pesca en sus aguas atlánticas a 600 barcos españoles en su costa atlántica y a 200 barcos españoles en su costa mediterránea durante 15 años y que se trazaría la mediana para delimitar las aguas de España y Marruecos. Todos (aunque no sé si también Sánchez y Albares) saben que los compromisos se incumplieron por Marruecos: no hubo esas licencias de pesca y la delimitación de aguas no se ha realizado 47 años después.
Pero hay algo más. La iniciativa de Zapatero y Moratinos de apoyar a Marruecos en el conflicto del Sahara Occidental no parecía un cumplimiento riguroso de la obligación de España, como potencia administradora, de llevar a cabo la descolonización del territorio. Pero el contexto ha cambiado también sobre el terreno. Entonces había un alto el fuego, ahora hay una guerra abierta, aunque sea, de momento, de baja intensidad. La Carta de Sánchez supone el alineamiento con uno de los beligerantes que es, además, el que ha invadido y ocupado un territorio ajeno. Y ello al mismo tiempo que se denuncia la invasión de Ucrania por Rusia…
Solo desde la ignorancia, el delirio o el engaño se puede afirmar que el acuerdo secreto de Sánchez con Mohamed VI “beneficiará” a Argelia y al pueblo del Sahara Occidental. Pero tampoco beneficiará a España. No se puede “garantizar” la frontera de España con Marruecos en Ceuta y Melilla bendiciendo la violación de la frontera de Marruecos y el Sahara Occidental.
Carlos Ruiz Miguel es director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental de la Universidad de Santiago de Compostela