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UKIP ante las elecciones europeas

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La campaña de las elecciones europeas en el Reino Unido ha venido marcada por unos sondeos de intención de voto que dan a UKIP –United Kingdom Independence Party– como fuerza ganadora de los mismos (30%) a notable distancia del Partido Conservador (22%) y ligeramente por encima del 27% previsto para el Partido Laborista (porcentajes medios de las encuestas publicadas los días 8 y 9 de mayo de 2014. Fuente: http://ukpollingreport.co.uk/european-elections).

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José Ruiz Vicioso, MA in the History of Political Thought, University of Exeter


La campaña de las elecciones europeas en el Reino Unido ha venido marcada por unos sondeos de intención de voto que dan a UKIP –United Kingdom Independence Party– como fuerza ganadora de los mismos (30%) a notable distancia del Partido Conservador (22%) y ligeramente por encima del 27% previsto para el Partido Laborista (porcentajes medios de las encuestas publicadas los días 8 y 9 de mayo de 2014. Fuente: http://ukpollingreport.co.uk/european-elections).

UKIP, cuya seña de identidad es un abierto euroescepticismo que más bien podríamos llamar “euro-rechazo”, explota una tradicional línea ideológica británica que ve la Unión Europea como una inmensa burocracia alejada de los ciudadanos e incapaz de rendir cuentas ante ellos –recordemos el famoso discurso de Brujas de Margaret Thatcher–. Aunque en esa línea, los puntos centrales del ideario de UKIP han ido evolucionando. Si el partido nació como reacción al Tratado de Maastricht y en defensa de la libra, en los últimos tiempos ha hecho de la inmigración su principal caballo de batalla, reclamando la salida de la Unión para recuperar el control de las fronteras.

UKIP ha tenido la habilidad de llevar el debate a su terreno, centrando la atención en un asunto que, es cierto, genera preocupación e incertidumbre en un gran número de ciudadanos. Conservadores y Laboristas se han visto así arrastrados por el discurso populista de Nigel Farage, cuyas abruptas intervenciones públicas tienen gran repercusión mediática.

Sabido es que en el Partido Conservador la cuestión de la Unión Europea ha sido constante asunto de división. El sector euroescéptico de los Tories, cada día más descontento, es muy consciente de la amenaza electoral que representa UKIP, y muchos responsabilizan de ello a la tibia posición de David Cameron. La promesa del primer ministro de renegociar las condiciones de pertenencia a la Unión y la celebración de un referéndum en 2017 no han logrado aplacar las críticas internas.

Sin embargo, el creciente apoyo de UKIP no proviene solo de electores tradicionalmente conservadores decepcionados con el gobierno de coalición. También se nutre de antiguos simpatizantes laboristas seducidos por las propuestas de control de la inmigración defendidas por UKIP. Un voto, pues, que provendría de las clases trabajadoras. En este sentido, se trata de un proceso similar a lo que está ocurriendo en Francia con el Frente Nacional de Marine Le Pen.

De confirmarse las previsiones de los sondeos sería la primera vez que la victoria en unas elecciones europeas no sería para alguno de los dos grandes partidos, algo muy significativo en un país que se considera paradigma del bipartidismo. Al primer ministro David Cameron se le plantearía entonces un escenario complicado: Por un lado, cada vez más cuestionado por los euroescépticos de su propio partido, que tendrán el pretexto perfecto para desafiar a su líder. Por otro, su posición europea razonable quedaría muy debilitada ante los ciudadanos, que habrían dado mayoritariamente su apoyo a un partido radicalmente en contra a seguir perteneciendo a la Unión Europea.

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