El pasado febrero, los veintidós países que conforman la Comunidad iberoamericana de naciones designaron como secretaria general a Rebeca Grynspan. La costarricense Grynspan ha propuesto este verano la creación de un amplio programa de becas de movilidad para profesores y estudiantes para los países de España, Portugal y América Latina, tomando como modelo la beca Erasmus que existe desde hace años en la Unión Europea.
«Guillermo Hirschfeld es coordinador de Programas para Iberoamérica de FAES.
El pasado febrero, los veintidós países que conforman la Comunidad iberoamericana de naciones designaron como secretaria general a Rebeca Grynspan. La costarricense Grynspan ha propuesto este verano la creación de un amplio programa de becas de movilidad para profesores y estudiantes para los países de España, Portugal y América Latina, tomando como modelo la beca Erasmus que existe desde hace años en la Unión Europea.
El impulso de esta propuesta nos llena de entusiasmo, pues al comenzar el año 2009 yo mismo elaboré un documento con una propuesta cuyo contenido se volcó en el papel número 88 de la Fundación FAES titulado “Un Erasmus para América Latina”. Se trataba, precisamente de trabajar sobre la idea de replicar el programa europeo de becas, la experiencia de integración de profesores y estudiantes que funciona muy bien en Europa, en América Latina.
El programa Erasmus nació hace más de veinte años. Se trata de un programa de cooperación entre las universidades de los países de Europa. Su objetivo es promover y facilitar el intercambio de estudiantes y de profesores a nivel universitario. Más de un millón de estudiantes se han beneficiado del programa Erasmus que comprende más de treinta países. Es la iniciativa más importante del mundo en lo referido a intercambio académico. Este Programa Erasmus va mucho más allá de la mera adquisición de conocimientos, porque gran parte de su éxito reside en el desarrollo de vínculos interpersonales entre estudiantes de diferentes nacionalidades, además de colaborar a derribar mitos, prejuicios y tópicos.
Es una herramienta de integración y pertenencia a un espacio de valores comunes. Lamentablemente, Iberoamérica todavía no cuenta con un programa de estas características. Resulta sorprendente que en una comunidad donde las afinidades entre los países son tan estrechas no se haya diseñado un programa como éste.
En la América hispana existen universidades desde el siglo XVI y en algunos de estos países se alcanzó la plena escolarización de la educación obligatoria antes que en la mayoría de los países de Europa. La riqueza de esta tradición es un motivo más para apostar por un programa como el Erasmus para Iberoamérica.
Por otro lado, el potencial de la región, hoy, es enorme: dos de cada tres estudiantes universitarios de América Latina son la primera generación de sus familias que acceden a la educación superior. Se trata de un auténtico fenómeno de acceso de la población a las clases medias y a la educación superior que se debe aprovechar para combatir las desigualdades de la región. Cabe destacar también la auténtica revolución que representa el hecho de que en 1950 el número universitarios fuera sólo de trescientos mil alumnos mientras que en la actualidad cursan la educación superior más de quince millones de estudiantes.
Ojalá que propuestas de este tipo, que incorporan la movilidad de talento y la transferencia de conocimiento, puedan ser incluidas en la agenda de la próxima Cumbre Iberoamericana. Para ello, se tendría que llevar esta iniciativa para su aprobación a la XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que tendrá lugar los próximos 8 y 9 de diciembre en la ciudad mexicana de Veracruz, México. Es una muy buena noticia que la Secretaría General Iberoamericana se haya comprometido con un proyecto tan necesario, ambicioso y sugestivo como el que representaría para la Comunidad iberoamericana de Naciones un programa de movilidad de estudiantes, profesores, investigadores y de pasantías, becarios y trabajo en prácticas.
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