El acuerdo entre partidos políticos implica un pacto, o compromiso mutuo, generalmente de carácter voluntario, con el objetivo de alcanzar, a través de la unidad de acción, uno o varios objetivos. Todo acuerdo responde a un par de preguntas: ¿Por qué se pacta? ¿Para qué se pacta? En el caso que nos ocupa –Acuerdo para la creación de una Mesa entre el Gobierno de España y el Gobierno de la Generalitat de Cataluña para la resolución del conflicto–, también conviene responder a las preguntas formuladas. ¿Por qué y para qué el PSOE y ERC firman dicho acuerdo? Vayamos por partes.
El porqué del acuerdo
El PSOE firma el acuerdo porque teme unas terceras elecciones que castigarían a un socialismo que sería visto como el culpable del bloqueo político. Por su parte, ERC –de no pactar con el PSOE– teme perder la ventaja electoral que le conceden las encuestas autonómicas gracias a la parte de la ciudadanía que, o bien apuesta por el sosiego después del colapso del “proceso”, o bien prefiere una tregua que le permita acumular fuerzas. Vale decir que el PSOE y ERC asumen el riesgo de ser tildados de desleales, ya sea por los constitucionalistas o los secesionistas. El cálculo utilitarista de coste/beneficio, tan propio de la política, les lleva a firmar el acuerdo. Entre los beneficios del acuerdo estaría la posibilidad de ensamblar un bipartito o tripartito de izquierdas en la Generalitat de Cataluña presidido –según indican las encuestas– por ERC. Por lo demás, el PSOE asegura la investidura de Pedro Sánchez y la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado al tiempo que ERC espera obtener unas concesiones que justifiquen la firma del acuerdo.
El PSOE firma el acuerdo porque desconfía de una ERC que –de no firmarlo– podría radicalizar el desafío independentista para competir –apoyándose en el electorado nacionalista integrista y en el decepcionado por la imposibilidad del pacto con España– con el radicalismo de JpCat en las elecciones autonómicas. Además, ERC teme que el PSOE aumente la presión contra el secesionismo. El cálculo de coste/beneficio hace que el PSOE y ERC intenten evitar las consecuencias de la inexistencia de una entente. ERC prefiere –otra vez el cálculo de coste/beneficio– un gobierno de PSOE/Unidas Podemos que uno formado por PSOE/PP/Ciudadanos.
El PSOE y ERC firman el acuerdo porque precisan escenificar un punto de inflexión que les convierta en partidos moderados y dialogantes ante el “conflicto”. Moderación ante el independentismo y moderación ante el constitucionalismo. Debajo de la moderación y el diálogo está el oportunismo del PSOE y el compás de espera de ERC. Y la voluntad de poder de los dos partidos.
El PSOE y ERC firman el acuerdo porque ambos necesitan disimular y amparar la impostura. El engaño con apariencia de verdad. El PSOE busca la deconstrucción de España con el ánimo de pasar a la Historia como el diseñador de la Nueva España. Por su parte, ERC busca una tregua con la intención de “volverlo a hacer” y el ánimo de pasar a la Historia como el constructor de la República Catalana.
Y si el pacto fracasa, o a fin de cuentas se tratara de una impostura –una más– de la dirigencia socialista y republicana, el PSOE y ERC podrían obtener beneficios políticos y electorales del fiasco. El PSOE y ERC reforzarían el relato de la firmeza –así se cosechan votos y réditos políticos– ante la imposibilidad de un acuerdo con un adversario del cual nadie se puede fiar. Cosa que –más pronto que tarde– invitaría, otra vez, a la moderación y el diálogo de unos y otros. Una manera de justificar otro acuerdo –un nuevo mercadeo con quien convenga en función de la coyuntura– para la creación de una mesa entre el Gobierno de España y el gobierno de la Generalitat de Cataluña para la resolución del conflicto político.
El para qué del acuerdo
El acuerdo firmado por el PSOE y ERC –que habla de la creación de una Mesa entre los gobiernos de España y Cataluña: como si de una relación entre Estados se tratara– señala que “las partes firmantes constatan que se encuentran ante la oportunidad de desbloquear y encauzar el conflicto político sobre el futuro de Cataluña y establecer las bases para su resolución, pues hay voluntad de diálogo para alcanzar un acuerdo que permita superar la situación actual”. ¿De qué hablan? El lenguaje delata: “reconocimiento del conflicto político”, “diálogo, negociación y acuerdo, superando la judicialización del mismo”, “creación de una Mesa bilateral”, y “reconocimiento y legitimidad de todas las partes y propuestas” sin “más límites que el respeto a los instrumentos y a los principios que rigen el ordenamiento jurídico democrático”.
El lenguaje del acuerdo posee un significado propio que se disemina –se dice lo que no se dice y viceversa– en otros significados ocultos. El lenguaje como máscara. Hablar de conflicto político, de superar la judicialización de la política, de Mesa bilateral, de reconocimiento y legitimidad de todas las partes y propuestas, de ordenamiento jurídico democrático. Referirse a todo eso es ocultar la gravedad del delito, el blanqueamiento de los hechos y la justificación de unas decisiones que posibilitarían la remisión de las penas y darían carta de naturaleza a los objetivos secesionistas fuera del marco constitucional.
Por si fuera poco, el pacto señala que los acuerdos o medidas que se adopten serán “sometidas en su caso a validación democrática a través de una consulta a la ciudadanía de Cataluña de acuerdo con los mecanismos previstos, o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político”. Merece la pena tomar nota de los mecanismos que “puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político”. El PSOE y ERC continúan evitando o rehuyendo, de forma premeditada, la Constitución. ¿Por qué? ¿Para qué? Porque necesitan agrietar o quebrar la soberanía nacional para convocar una consulta o referéndum a la ciudadanía de Cataluña de acuerdo a los mecanismos que “puedan preverse en el marco jurídico-político”.
¿Alguien cree que ERC y el secesionismo se conformarán con una referéndum que sancione una reforma del Estatuto o un nuevo Estatuto? El acuerdo firmado por el PSOE y ERC anuncia un pacto destituyente o preconstituyente cuyo objetivo es la deconstrucción de España.
Entretanto, van ocurriendo cosas. El PSOE –además de aceptar el lenguaje del independentismo: una manera nada sutil de legitimar políticamente al secesionismo– deviene, día a día, en colaborador necesario que crea las condiciones de posibilidad –¿algo tiene que ver en ello la nueva Fiscalía General del Estado o el control de la Abogacía del Estado?, ¿qué sesgo tendrá la renovación del Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial?– del empeño destituyente o preconstituyente. Mientras tanto, el independentismo, ERC –que retarda la unilateralidad–, sigue debilitando al Estado –en especial en Cataluña: ¿un Estado ausente?–, socavando el orden constitucional y deslegitimando el Poder Judicial. ¿El PSOE? Breve antología de textos de Pedro Sánchez en conversación con Gabriel Rufián desde el atril del Congreso de los Diputados: “Creo que entre ambos podemos logar un cambio de percepción y a eso estamos llamados”, “la deriva judicial ha hecho imposible hacer política”, “por nosotros, señor Rufián, no será”.
Volvamos al inicio de estas líneas para hablar, de nuevo, de la idea de acuerdo. Todo acuerdo o pacto suele generar críticas. En cualquier caso, las críticas más fundamentadas no proceden de las partes firmantes, sino de los excluidos del mismo. La razón es poderosa: se sienten amenazados.