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Una trampa de consuelo

Cada cual se consuela como puede y los socialistas, después de su descalabro en Andalucía, además de apropiarse del triunfo de Juanma Moreno para alardear de haber parado a Vox, han iniciado una vía de alivio al disgusto dispensado por los andaluces intentando confrontar a Moreno Bonilla con Díaz Ayuso.  Su necesidad de administrarse cada vez con más frecuencia dosis de recuerdo de antiayusismo, lleva al PSOE y a sus voces mediáticas más comprometidas a intentar vender que el éxito del PP en Andalucía es en realidad un problema; que la unidad después de la crisis popular es, en realidad, la antesala de la división; que la capacidad demostrada por el PP de interpretar y responder a realidades diferentes como la andaluza y la madrileña no es un activo político y electoral sino un lío. Juanma, moderación vencedora; Ayuso, radicalismo, según esta versión que olvida el éxito de la presidenta de la comunidad madrileña. La contraposición es falaz y fabricada a la medida de las necesidades de mitigación del fracaso de Sánchez. Lo importante es que no se caiga en la trampa, otra vez, de dividir al PP entre gestores y políticos, entre almas distintas, entre proyectos enfrentados. No lo son. Si algo emerge en el PP es una sólida base territorial, capaz de poner acentos propios y modular las políticas sin caer en absurdos identitarios ni en el cultivo de la diferencia por la diferencia. Moreno y Ayuso no solo son líderes de proyectos ya contrastados con éxito en la realidad, sino que forman parte de una propuesta a los españoles alternativa cohesiva y abierta, y sin duda mejor que la que representa un socialismo vaciado por el arrogante personalismo de Pedro Sánchez y su inédita concentración de poder interno. A la izquierda política -y no digamos ya a la mediática- le gusta erigirse en instancia de certificación del centrismo ajeno. Es realmente conmovedor contemplar a lo más granado del radicalismo izquierdista en la tribuna o en la columna pontificar sobre la moderación o la ausencia de moderación del PP. El juego a veces les ha resultado, pero todo se agota y no habría que dedicar un minuto a alimentar una estrategia de confusión en la que los socios de personalidades de centrismo tan improbable como Oltra, Junqueras u Otegui pretenden someter a los demás a un test de moderación.