La vida de Václav Havel (1936-2011) es la de un excepcional humanista que ocupó la presidencia de su país, sin negar el comportamiento de sólidos principios éticos demostrados en la producción intelectual y la militancia disidente. Importante dramaturgo y escritor, pasó a la historia por su papel en la liberación y arquitectura de la nueva Checoslovaquia. Cuando el imperio soviético –disminuido moral y económicamente– se desmoronaba ante los ojos regocijados del Occidente democrático-liberal, las pequeñas Chequia y Eslovaquia contribuyeron a sepultarlo con una ejemplar revolución pacífica apoyada en la razón y el amor a la libertad.
«Alejandro Arratia es analista político
(Foto: Alan Pajer. http://www.democracyandsecurity.org/index.htm)
La vida de Václav Havel (1936-2011) es la de un excepcional humanista que ocupó la presidencia de su país, sin negar el comportamiento de sólidos principios éticos demostrados en la producción intelectual y la militancia disidente. Importante dramaturgo y escritor, pasó a la historia por su papel en la liberación y arquitectura de la nueva Checoslovaquia. Cuando el imperio soviético –disminuido moral y económicamente– se desmoronaba ante los ojos regocijados del Occidente democrático-liberal, las pequeñas Chequia y Eslovaquia contribuyeron a sepultarlo con una ejemplar revolución pacífica apoyada en la razón y el amor a la libertad.
Havel nos dejó el 18 de diciembre 2011. Partió inconforme con los resultados de su acción de gobernante. El valiente ciudadano, armado con cañones de terciopelo, tendría ahora 77 años. Terminó la educación escolar en 1951, pero le negaron el derecho a estudiar en la universidad porque venía de una familia “burguesa”. Sin puesto de trabajo, sus obras de teatro prohibidas y los escritos censurados, apoyó en 1968 a Alexander Dubcek en la Primavera de Praga, levantamiento aplastado por los tanques soviéticos. Tras las rejas en 1970 por el Manifiesto de las 2000 palabras, fue de nuevo encarcelado en 1979 por la Carta 77 que exigía respetar la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Havel, pensador, crítico y escéptico ante todos los dogmas, colocado en las antípodas del comunismo, vivió convencido de que sólo un sistema con valores morales era el camino a la libertad. Ese “hombre rebelde” asumió la máxima responsabilidad de la nación obligado por las circunstancias. Permanentemente perseguido y hostigado, líder del Foro Cívico en el momento que la Perestroika se imponía en la URSS, encabezó la Revolución de Terciopelo. Primer presidente de Checoslovaquia (1989), separadas Eslovaquia y Chequia, lo fue también de la República Checa en 1993; reelecto en 1998, dimitió (2003) por razones de salud.
La división que, con preocupación y mucho afecto, hacen admiradores y estudiosos entre el escritor-dramaturgo y el héroe civil-político-estadista, parece irrelevante. No se desdobla, no hay varios personajes en esa escena de entre siglos que barrió dictaduras y construyó sociedades libres. A los 74 años debutó como director de cine con A punto de partir, obra de teatro estrenada en mayo 2008 y llevada a la pantalla grande en 2011; testamento trágico sobre los excesos humanos y el desencanto que le producía la evolución de su patria después de 20 años de gobiernos democráticos.
Havel –desde las calles de Praga, o a la cabeza del Estado– entregó parte de su hacer artístico y siguió las enseñanzas de la rebelión viva. Un líder capaz de las decisiones más audaces, actuó con plena consciencia del momento que el destino le había señalado. Lejos del nihilismo generador de resignación y servidumbre, creador en el trepidar de los acontecimientos, se elevó en la acción política que reconocía como un campo curioso de la actividad humana. Un héroe del siglo XX que fundió su vida con los principios morales, la democracia y el arte.
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