Idioma-grey
Search
Close this search box.

Veinte años después: Por las víctimas. Con la Constitución. Por la derrota del terrorismo

El 11 de marzo de 2004, el Parlamento Europeo votó una resolución cuyo punto 6 reza así: “Declara su apoyo y su solidaridad con las víctimas del terrorismo y sus familiares, así como con las organizaciones y colectivos que los amparan; por ello, recomienda que la Unión Europea tome la iniciativa a escala mundial para instituir un Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo y, en este sentido, pide a la Comisión que transmita al Consejo de Justicia y Asuntos Interiores la propuesta de fijar de inmediato un día europeo en memoria y recuerdo a las víctimas del terrorismo, y propone la fecha del 11 de marzo para su celebración”. El 25 de marzo del mismo año, el Consejo Europeo aprobó explícitamente esta propuesta del Parlamento Europeo, con lo cual el 11 de marzo quedó instituido como el “Día Europeo en Memoria de las Víctimas del Terrorismo”.

Veinte años después de la masacre todavía podemos lamentar que lo polémico prime sobre lo institucional; el espíritu de división sobre la concordia; la manipulación mendaz sobre la crítica rigurosa. A esa conclusión llegamos tras semanas de ‘calentamiento’ en ciertas terminales mediáticas de la izquierda. Desde ahí no se ha querido conmemorar una efeméride luctuosa, sino alimentar un viejo rescoldo, atizando las brasas y avivando el fuego, por si el humo pudiese tapar vergüenzas rigurosamente actuales.

Veinte años después, esta fundación sigue donde estaba: con los españoles de cualquier color político que tras esa jornada aciaga desfilaron detrás de una pancarta que decía: “Por las víctimas. Con la Constitución. Por la derrota del terrorismo”. Los que llevan días agitando la opinión hace años que renegaron -uno por uno- de cada sintagma de ese enunciado.

Sin otro propósito que ejercer el derecho de réplica que nos asiste, y ante el bochorno de ver a profesionales del embuste, disfrazados de vestales, insistir en lo de “las mentiras de Aznar el 11-M”, no guardamos silencio para que nadie diga que quien calla otorga. Ni callamos hechos ciertos ni aceptamos mentiras reiteradas.

TRES DÍAS QUE CAMBIARON EL RUMBO DE ESPAÑA

Se está queriendo imputar (de nuevo) al Gobierno del presidente Aznar y, por extensión, al Partido Popular, la responsabilidad por haber mentido deliberadamente tras la masacre; por puro cálculo electoral, habida cuenta que el atentado tuvo lugar tres días antes de unas Elecciones Generales. Insistiendo en la autoría de ETA cuando -se dice- le constaba que la hipótesis yihadista era la correcta, aquel Gobierno habría querido perpetrar un engaño masivo desconectando los atentados de la participación española en la intervención en Irak, causa de los mismos según esta narrativa, relato o, mejor, cuento.

Veinte años después, la tesis enunciada arriba resiste cada vez peor el escalpelo de la crítica por sumaria que sea. Ni al Gobierno de entonces le constaban las evidencias que se le reprocha ocultar; ni en su actuación dejó de atender a los indicios de que disponía en cada momento, ni la ecuación que funciona como premisa de la tesis (Irak=atentados) se sostiene en absoluto.

No es necesario recurrir a ninguna “teoría”. Basta con revisar las comparecencias en sede parlamentaria tanto del presidente Aznar como de los responsables del ministerio del Interior -ministro y secretario de Estado-, que durante horas detallaron su actividad de esos días; basta con repasar los diarios de sesiones, las investigaciones académicas posteriores, y las conclusiones a las que va llegando la crítica más solvente, para concluir que nunca se han demostrado los reproches calumniosos vertidos contra aquel Gobierno. Veámoslo.

Jueves, 11 de marzo

¿Cuándo comenzaron las atribuciones de autoría y a quién apuntaron inicialmente? Nadie mire al Gobierno de entonces para responder esta pregunta:

  • Iñaki Gabilondo, la mañana del día 11, poco después de conocerse la noticia, comenta: “Irrumpe una vez más, violentamente, ETA. Esa es, al menos, la impresión que todos tenemos”. Poco más de una hora después de las explosiones, Rodríguez Zapatero dice en la SER: “ETA ha tratado de intervenir en la campaña”, pidiendo que nadie “cambiara el voto” por el atentado. El lendakari Ibarretxe, en declaración institucional, también en esos primeros momentos, solemniza: “Está claro que ETA ha pretendido dinamitar la democracia”.
  • ¿Qué hace mientras tanto el Gobierno? Minutos antes de las diez, el presidente Aznar llama al candidato Rodríguez Zapatero para hablar de la manifestación de condena que se celebraría al día siguiente. No tratan la cuestión de la autoría y se pacta el lema que encabeza estas líneas: “Por las víctimas. Con la Constitución. Por la derrota del terrorismo.” Rodríguez Zapatero no pide la reunión de la comisión de seguimiento del Pacto por las Libertades.
  • Los partidos de oposición, por su parte, siguen efectuando declaraciones. ERC en un comunicado acusa a ETA -con quien había ya negociado en Perpiñán la ‘excepción catalana’ a su campaña de terror- de “matar de forma masiva en Madrid”, añadiendo que “esto es un crimen horroroso”.  Desde IU, Gaspar Llamazares sentenciaba: “ETA no conseguirá dividirnos”.
  • El mismo día 11, al final de esa mañana, responsables de las Fuerzas de Seguridad del Estado reunidos en el Ministerio del Interior informan al ministro de que el explosivo utilizado es Titadyn y que se ha empleado cordón detonador, lo que señala el modus operandi de ETA. A primera hora de la tarde, el CNI hace llegar al gobierno una nota que analiza con detalle los elementos conocidos hasta entonces, para atribuir la autoría a ETA. La banda había intentado un atentado con objetivo y ejecución prácticamente idénticos pocas semanas antes.
  • El presidente Aznar se puso en contacto con varios directores de periódicos. Antes de conversar con el director del diario El País ya se había publicado una edición especial a la una de la tarde. Media hora después, a la una y media, el ministro Acebes sostiene, por primera vez, la autoría etarra en rueda de prensa desde Moncloa. Como se ve, no fue precisamente el primero en hacerlo.
  • Por otra parte, los responsables del CNI comunican al Gobierno que ningún servicio de inteligencia contactado (norteamericano, israelí y egipcio entre otros) tiene pistas ni indicios sobre el atentado. En ese momento, todo: el explosivo, el análisis inicial del CNI y la ausencia de informaciones alternativas de otros servicios, apunta a ETA.
  • Esa tarde del jueves día 11 aparece una furgoneta en Alcalá con siete detonadores y una cinta en árabe. Sin suponer nada concluyente, es cierto que abre una nueva línea de investigación. Es el propio presidente Aznar quien informa al candidato Zapatero del hecho, y éste le contesta que “le da igual que haya sido ETA o Al Qaeda”. El presidente vuelve a hablar con los medios para informar acerca del descubrimiento de la furgoneta y la valoración que se daba al hecho: el de abrir una nueva línea, manteniéndose la pista de ETA como prioritaria. Poco después, comparece el ministro para dar cuenta de la ampliación de las investigaciones añadiendo la hipótesis yihadista.
  • Más tarde, a las ocho, la cadena SER dice que obran en su poder “las fotografías de los nueve presuntos miembros de ETA que han podido intervenir en este macabro atentado”. Por su parte, el diario El País cierra esa noche su edición del día siguiente, a toda página, con este titular de portada: “Infierno terrorista en Madrid: 192 muertos y 1.400 heridos. Interior investiga la pista de Al Qaeda sin descartar a ETA”.

Lo de la ocultación gubernamental es cosa que se fabricaría poco después. Se conoce que culpabilizar al Gobierno, sin más, de la masacre -por su apoyo a la intervención en Irak- resultaba demasiado crudo. Había que hacerlo más digerible reprochándole una mentira. Lo que no ha hecho falta es acreditarla, entonces ni después.

  • El País editorializa sugiriendo una posible colaboración entre etarras y yihadistas: eso significaría que “los terroristas hubieran terminado fusionando sus sangrientas banderas y confirmando de forma siniestra las profecías de Bush y Aznar que querían confundir todos los terrorismos y convertirlos en uno solo”.
  • La noche del jueves día 11, a las diez, Reuters difunde que un diario árabe con sede en Londres ha recibido una comunicación de las Brigadas Abu Hafs al-Masri reivindicando el atentado. En esas horas finales es cuando vira la estrategia de la oposición y sus medios afines para incidir en la tesis de la consecuencia sangrienta de la guerra de Irak y la mentira encubridora del PP.

Viernes, 12 de marzo

  • El viernes día 12 la cadena SER difunde una descripción de una víctima que “llevaba tres capas de ropa interior y estaba muy afeitada, una práctica muy habitual entre los comandos suicidas islámicos antes de inmolarse”. No hubo tal: concluidas ya las autopsias, se había descartado la presencia de suicidas en los trenes. Los mismos que empezaban a acusar de mentir al Gobierno nunca han rectificado luego semejante bulo.
  • Ese día es cuando aparece la mochila en la comisaría de Vallecas con Goma-2 ECO, detonador y teléfono móvil como temporizador. En ese momento, el director del CNI seguía sin dar credibilidad a la reivindicación yihadista.
  • Por la tarde el ambiente ya es francamente tóxico. En la manifestación de repulsa por los atentados se acosa a candidatos del PP y comienzan a rodearse sus sedes. También comienzan a difundirse los bulos más groseros; por ejemplo, que el ministro del Interior habría ido a la Zarzuela para someter a la firma del Rey un decreto que suspendía las elecciones. Tampoco nadie ha condenado ese acoso y esas mentiras flagrantes. Y eso que muchos de sus difusores tienen nombre y apellidos.

Sábado, 13 de marzo

  • La tarde del sábado, día 13, se producen las detenciones de tres hindúes, dos marroquíes y dos españoles relacionados con la falsificación y venta de tarjetas usadas con los móviles que activaron las explosiones. Aquel sábado -jornada de reflexión- el Gobierno que según la izquierda estaba manipulando a la opinión pública dio cuenta de esa novedad nada más producirse. Todo el mundo fue a votar al día siguiente conociendo ese extremo por habérselo escuchado en comparecencia pública al ministro de quien la oposición decía que ocultaba la verdad. De aquella jornada electoral todavía pueden recordarse los insultos, el acoso, y -en algunos casos- las agresiones a candidatos del PP.

QUIÉN MIENTE AQUÍ

Lo que es verdad es que el atentado fue similar al que ETA había previsto tres meses antes.

Es verdad que la Guardia Civil, diez días antes del atentado, había interceptado un furgón de ETA lleno de explosivos en Cuenca.

Es verdad que dirigentes socialistas afirmaron en público que el Gobierno exageraba el riesgo de atentados para infundir miedo en época electoral.

Es verdad que el 11-M, durante todo el día, España entera pensó que ETA había sido la responsable.

Es verdad que el 11-M por la noche acabaron las autopsias y que no había ningún suicida, a pesar de que la izquierda había difundido que los había, para apoyar la tesis de que el Gobierno estaba ocultando la verdad.

Es verdad que antes del 11-M los avisos del Gobierno de posibles atentados islamistas fueron despreciados por la izquierda.

¿VEINTE AÑOS NO SON NADA?

Ese mismo año 2004, el profesor Fernando Reinares, experto en terrorismo y poco sospechoso, en tanto que fue nombrado asesor del nuevo Gobierno socialista que tomó posesión del cargo entonces, escribía:

“No pocos ciudadanos están convencidos de que la violencia islamista contra objetivos españoles cesará cuando nuestros gobernantes modifiquen decididamente nuestra política exterior… Quizá tengan razón los que así piensen, pero también cabe que incurran en una simplificación inducida por los propios instigadores del terrorismo internacional y que la amenaza que se cierne sobre nosotros sea en realidad anterior a la guerra de Irak. Y si es así nada que ocurra allí ni el haber retirado las tropas, puede hacernos inmunes al terrorismo global. (…) Ante todo, esos terroristas atentan contra España porque es un país occidental, pero también donde policías y jueces trataban de impedir que Al Qaeda disfrutara de refugio y cobertura”.

Veinte años después, mucha sangre derramada a manos yihadistas ha pasado por el puente en Europa. Francia, Alemania, Reino Unido, nos recuerdan que el terrorismo islámico no ataca a Occidente por lo que hace, sino por lo que es. Y, en efecto, respecto de lo que apuntaba el profesor Reinares en 2004, debe recordarse que, en España, entre 1996 y 2004, se detuvieron a 121 personas vinculadas al yihadismo: éramos el país con mayor número de detenciones.

Recordemos: la ‘Operación Dátil’, en noviembre 2001, desmantela una célula muy importante de Al Qaeda en España y la ‘Operación Lago’, en 2003, desarticula una red islamista en Cataluña: a esos detenidos el PSOE les llamó ‘comando Dixán’, a cuenta de unos productos intervenidos para fabricar explosivo casero. La gracieta es del portavoz Caldera: “Pensaban atacar con detergente” (en el Congreso, el 3 marzo de 2003).

Más recientemente, el mismo profesor Reinares, en distintas publicaciones académicas que han ido ampliando su visión de los atentados, ha podido escribir lo que se extracta a continuación:

“A menudo se relacionan los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid con la invasión estadounidense de Irak y la participación de tropas españolas entre las de la coalición internacional que se desplegaron en dicho país. Sin embargo, cuando Amer Azizi se encontró con Abdelatif Mourafik en la ciudad paquistaní de Karachi a finales de 2001, resuelto a promover un gran atentado en España, faltaban un año y tres meses para que, el 20 de marzo de 2003, cayeran las primeras bombas sobre Bagdad.”

“Una mera cronología de los hechos refuta la asociación entre el conflicto de Irak y los atentados de Madrid.” (…) “Ahora bien, los atentados de Madrid incidieron sobre el comportamiento político de un segmento de los ciudadanos españoles y, por consiguiente, sobre los resultados de las elecciones generales, en detrimento del PP y en beneficio del PSOE. Sobre este efecto político del terrorismo se han dado interpretaciones antitéticas, pero eso es otra cuestión. Los terroristas, en cualquier caso, trataron de sacar el mayor provecho de la situación creada por el hecho de que la fecha prevista, y en la cual lograron ejecutar sus planes, precedió en sólo tres días a la de la jornada electoral.”

“En segundo lugar, los terroristas presentaron el 11-M como un éxito alegando el posterior retorno de los soldados españoles que habían sido enviados a Irak durante el año anterior. Apenas habían transcurrido cinco semanas de la matanza en los trenes de Cercanías cuando el entonces nuevo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció la retirada de las tropas que nuestro país tenía desplegadas en suelo iraquí. Fue la primera decisión que tomó una vez asumido el cargo, al cual accedió porque el partido del que entonces era secretario general, el PSOE, obtuvo una mayoría relativa de escaños en el Congreso en las elecciones celebradas 72 horas después de los atentados de Madrid.” (…) “En cualquier caso, Irak no fue la causa, sino un pretexto.”

Veinte años después, reiteramos que aquel Gobierno no ignoró ningún informe policial o de inteligencia que contradijese su actitud o su política de comunicación durante aquellas jornadas. La dirección del CNI desmintió en su día informaciones que le atribuían, ya para el jueves 11 o el viernes 12, un conocimiento sólido de la pista islámica. Nunca, jamás llegó a manos del Gobierno ningún documento oficial que descartase definitivamente la autoría etarra y afirmara sin titubeos la responsabilidad yihadista.

Veinte años después, eso sí, debemos reconocer de rabiosa actualidad una de las consignas acuñadas aquel marzo negro por la izquierda. Conformes: hoy, más que nunca, “los españoles se merecen un gobierno que no les mienta”.