El nuevo presidente de Colombia podría haber disimulado un poco más su disgusto por el referéndum constitucional en Chile. Al contemplar el sonoro rechazo de los chilenos al proyecto de Constitución que se le proponía, Gustavo Petro dejó clara su valoración en Twitter: “Revivió Pinochet”.
A Petro le ocurre que no puede encubrir durante las 24 horas del día que es un populista de izquierda radical, pasado por el terrorismo y contrariado porque esta vez en Chile no ha funcionado el relato populista frente a la tradición republicana del país y el buen sentido de los chilenos ante una Constitución divisiva y dañina desde el punto de vista institucional. La reacción de Petro es un insulto a los chilenos, ya votaran a favor o en contra del proyecto, porque es la negación del comportamiento democrático que ha exhibido Chile.
Petro, sin embargo, no es el único. Para otros de su misma familia política, resulta que la Constitución propuesta era “muy transformadora” –es decir, sesgada hacia la izquierda antisistema– y que, además, los chilenos se han visto manipulados por la desinformación, como sostiene alguna ministra del Gobierno español. Dicho en otros términos, para los autores de estos análisis los chilenos no solo no merecían una Constitución tan estupenda que no han sabido apreciar, sino que también son gente sin criterio a merced de cualquier desinformador. Como si los chilenos no hubieran asistido a un espectáculo tan desolador como el que ha dado la Convención constitucional con sus debates o como si no supieran que esa Constitución que han rechazado ponía en peligro la unidad y las bases de la República.
Chile quiere consenso, acuerdos razonables, compromisos políticos duraderos para su convivencia. Lo que ha rechazado es una Constitución de partido y el experimento político al que la izquierda radical y populista quería someter al país.