Hay que abandonar el discurso catastrofista de la España vacía y el victimismo de la España vaciada. La crisis urbana que se vive en el mundo desarrollado debido al coste ambiental, la creciente inseguridad y el creciente coste de la vivienda – una crisis acelerada por la actual emergencia sanitaria–, supone una ventana de oportunidad para el mundo rural. Es necesario consolidar la incipiente revolución tecnológica, cultural y ecológica que se vive en el campo, para construir una alternativa al modelo de concentración poblacional que ha imperado en el mundo en las últimas décadas y que ha generado un enorme desequilibrio demográfico y territorial. Repoblar el mundo rural no consiste tanto en añorar una vuelta al pasado sino en diseñar un viaje al futuro.