Todos los sinónimos de “catástrofe” o “desastre” se han agotado para calificar la retirada de Afganistán de las fuerzas de los Estados Unidos, acordada por Donald Trump al final de su presidencia y ejecutada de manera tan humillante e ineficaz por Joe Biden. Biden, por ser el último, ha sido el que ha apagado la luz, pero la salida de Afganistán estaba incoada con Obama, que marca la inflexión hacia el repliegue de los Estados Unidos de sus responsabilidades globales, y se plasma con Trump que, en mayo de 2020, pacta con los talibanes en Doha el final de la intervención aliada como expresión estratégica del “America first”.